viernes, 20 de abril de 2018

Perfección (cuento de D. Ayala)

Perfección: No era nada nuevo para El, ya saben, levantarse, besar a su esposa, una lavada rápida de dientes y a prepararse para ir a trabajar
, a el le encantaban los sándwiches de Don Mauricio, le recordaban a los que hacia su madre cuando se preparaba todos los días para ir al colegio. Se podría decir que le llenaban las papilas gustativas con un ligero sentido de melancolía y felicidad, pese a ser solamente una comida el siempre disfrutaba hasta su ultimo pedazo. El tenía un trabajo con una paga sustanciosa, gerente en ventas de una renombrada cadena de publicidad, algo nuevo para el, pero se sentía a gusto con su puesto, a veces mucho trabajo, pero la cifra de siete dígitos a final del mes le hacían olvidar el estrés. El solo tenía veintisiete años, nunca se llevó bien con su padre, una persona ausente, quizás hasta irrespetuosa con sus acciones y pensamientos que desafiaban la lógica, el había heredado eso de el, un sentido de libertad absoluta, solo sostenido de su propia cuerda, que podría soltar cuando quisiera y expresar cualquier pensamiento que tuviese adentro, siempre el repetía esta rutina, levantarse, besar a su esposa y prepararse para ir a trabajar. El se sentía tan cómodo con esta rutina, que hasta decidió casarse con su esposa, todo ese día fue maravilloso, llantos de alegría y un profundo sentimiento de calma que llenaba su corazón maltratado, la luna de miel fue en diciembre, decidieron ir a un spa en Alaska, al lado de las montañas, el siempre quiso eso, un momento de total calma adentro de una casa con su amada, sin señal, sin trabajo y sin otra cosa mas que ellos dos. Tres semanas duraba esta salida romántica, una tormenta se veía venir, pero nunca les importó, su amor a primera vista era mucho mas fuerte que todo esto, era tan fuerte que se suponía que iba a durar para siempre, una vida al lado de alguien que amas, básicamente la lotería del amor, un encuentro casual que dio a conocer lo mas intimo de cada uno de los dos, un arrebato de sentimientos bombardeaban la mente de cada uno, haciendo continuas proposiciones de como vivirían y su familia como vendría a ser. La tormenta estaba en la cumbre de la montaña, El y Ella tomaron una decisión errónea al creer que estando solos se seguirían amando, total no necesitaban mas que el amor del otro.... se supone... Peleas constantes llenaban el lugar, un ambiente hostil para los dos, ¿pero por que?, se supone que iba a ser perfecto, pero nunca fue algo real al parecer, la tormenta recorría la montaña, nieve muy espesa cubrió las ventanas y puertas, la radio tocaba una canción familiar, pero a la vez ajena, los dos se separaron y cada uno tomó el extremo respectivo de la cabaña, sin mirarse ni hablarse, la nieve llenaba mas la casa, truenos y nevazón hacían del nuevo sonido de ambiente, ellos al parecer nunca se amaron, pero El, el sentía una presión en la cabeza, una jaqueca tremenda, no resistía el calor, así que a golpes  botó la puerta y una nube blanca lo hizo desaparecer, ella solamente cerró la puerta y con un gesto de lastima, lo miró fijamente, para luego cerrar la puerta. Unos golpes en la espalda lo despertaron, el se levantó, su esposa no estaba, no se podía lavar los dientes y no tenía trabajo, solo esta aguja y la cuchara quemada que tenía en su chaqueta, el procedió a calentar la cuchara, un algodón aterrizó en el fondo de esta, y una aguja pasó gentilmente, succionando la sustancia, su brazo, delgado y lleno de llagas tenía una única tarea, mostrarle una mísera vena, al encontrarla una media sonrisa llenó su cara, empujó con su mano libre y volvió a su fantasía perfecta. Se levantó y besó a su esposa, se lavó los dientes y se fue a trabajar de nuevo

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